La
Escuela Infantil de Milagrosa (Pamplona),
que entró en funcionamiento el curso 2012/2013, ha sido el premio
Arquitectura Española 2013, elegida de entre 53 obras construidas en toda
España. La Escuela Infantil fue un proyecto de los arquitectos Óscar Pérez
Silanes y Carlos Pereda Iglesias para el Ayuntamiento de Pamplona. El premio
para el proyecto pamplonés se ha obtenido exaequo con la obra Hospital
Cartuja. Instituto Cartuja de Técnicas Avanzadas en Medicina de Sevilla,
obra de los arquitectos José Morales, Sara de Giles y Miguel Hernández
Valencia.
Este premio bianual, organizado por el Consejo Superior de Colegios de
Arquitectos de España desde 1993 es uno de los de máximo rango en el país
y, por primera vez, recae en un edificio de Navarra. El
premio, según sus creadores, pretende "dar a conocer públicamente la
calidad de las obras de arquitectura que se realizan en España" (obras de
nueva planta o rehabilitaciones de edificios) y se concede a "aquella obra
finalizada que se considere es merecedora de reconocimiento por su singularidad
arquitectónica, su aportación innovadora y su paradigmática calidad
construida".
El jurado del premio falló entre los 20 proyectos preseleccionados. Los miembros del jurado son seis. En representación de los ministros de Fomento y Cultura están Rafael Catalá Polo, secretario de estado de Infraestructuras Transporte y Vivienda y Alfonso Muñoz Cosme, arquitecto y subdirctor del Instituto de Patrimonio Cultural de España. Además del presidente del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España, Jordi Ludevid i Anglada; dos arquitectos de reconocido prestigio, Fuensanta Nieto de la Cierva y Rafael Aranda i Quiles, y, como Secretario del jurado, el secretario general del Consejo Superior, Eloy Algorri García.
Esta escuela ha recibido en los dos últimos años numerosos galardones, entre los que destacan la XII Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo y el Premio Construmat de Edificación, otorgados el pasado año.
maqueta virtual del proyecto en la que se aprecia la plaza delantera |
vista aérea |
Esta
infraestructura se alza en la plaza Alfredo Floristán de Milagrosa (antiguo
Solar de Galle). Se caracteriza por tres líneas de diseño. En la dialéctica
interior y exterior, esta escuela cuenta con todos los elementos propios de las
escuelas infantiles municipales, con la peculiaridad que contar con un
tapiz ajardinado en los techos que genera una vista "verde"
para los vecinos de la plaza. Asimismo el cerramiento perimetral del conjunto
es una celosía de piezas verticales de hormigón blanco que crea un espacio de
protección sin aislar visualmente la escuela.
Además está diseñada en tres módulos de una sola planta, cada uno de ellos configurado como una unidad visual y con accesos, servicios y patios independientes. Son módulos paralelos entre sí y alineados con las traseras de los edificios y el salto de planos entre los edificios, por el desnivel del solar, permite disponer dos lucernarios para la iluminación natural.
Otros de los aspectos interesantes del proyecto es el diseño de las instalaciones del edificio en el que priman las soluciones ambientalmente sostenibles, ya que aproximadamente el 75% de la energía térmica que requiere el edificio se obtiene del subsuelo a través de pozos geotérmicos, un sistema de producción que se aplicaba por primera vez en una escuela infantil en Pamplona.
Además está diseñada en tres módulos de una sola planta, cada uno de ellos configurado como una unidad visual y con accesos, servicios y patios independientes. Son módulos paralelos entre sí y alineados con las traseras de los edificios y el salto de planos entre los edificios, por el desnivel del solar, permite disponer dos lucernarios para la iluminación natural.
Otros de los aspectos interesantes del proyecto es el diseño de las instalaciones del edificio en el que priman las soluciones ambientalmente sostenibles, ya que aproximadamente el 75% de la energía térmica que requiere el edificio se obtiene del subsuelo a través de pozos geotérmicos, un sistema de producción que se aplicaba por primera vez en una escuela infantil en Pamplona.
La
conciencia respecto al medio físico, económico, productivo, material y cultural
está en el fundamento de ese ejercicio responsable. A menudo se habla de una
arquitectura medioambiental como si fuera una manera de hacer nueva, casi un
estilo más, lo que evidencia la pérdida de lo contextual como un valor
primigenio del proyecto.
En el proyecto de la escuela infantil en Pamplona el valor del lugar es un
condicionante principal, sin el cual no se podría entender este proyecto. La
parcela, fruto de un proyecto de reparcelación, se encuentra en el borde de un
barrio periférico de Pamplona. La geometría de ésta era de carácter casi
triangular en la que dos de sus lados tenían el carácter de medianeras
correspondientes a las traseras de una serie de edificios de viviendas,
mientras que el tercer lado, y de mayor dimensión, se encontraba orientado a
sur, abierto a una plaza desde la que se le dota de acceso.
"Por las condiciones extremas de la parcela y del programa pensamos que se
trataba de un ejercicio donde se debía imponer primero la razón y lógica en
cuanto a la implantación de los usos del edificio y la prioritaria captación de
luz natural ante cualquier otro planteamiento de mayor complejidad o
exhuberancia."
La propuesta no se ajustaba, por tanto, a una edificación aislada en un lugar agresivo, sino como parte de un zócalo de la edificación preexistente. Por tanto, el proyecto debía tener esos valores y manifestarse como tal. Y así se conformó, como una célula independiente, cuyo perímetro de hormigón cambiante se adosa e integra en este basamento medianil. A partir de esta piel, se generaron, con mecanismos arquitectónicos, las diferentes pautas para iluminar y ventilar.
El proyecto desde el lugar y el programa pretendía trabajar desde el contraste adaptándose a las dos situaciones; Por un lado el exterior tratado como un zócalo abstracto, ordenado, modular y rotundo. Y por otro, el interior de sección no uniforme, permeable, amable y luminosa.
El programa se ajustaba básicamente a cinco módulos educativos, un gran espacio general que organizara los anteriores y permitiera su uso como recreo cuando las condiciones climatológicas no permitieran disfrutar de dos patios de juego exteriores, con sus porches incluidos también solicitados, además de unas áreas internas de administración, servicios e instalaciones.
Se optó por colocar, desde la lógica organizativa, los módulos educativos, entendidos como espacios principales, en el único lado exterior de la parcela con el fin de asegurar en estos el soleamiento directo y las vistas al espacio público como los únicos valores que aportaba el solar. A partir de esta decisión se va desarrollando el resto del programa de forma natural con los condicionantes físicos de la parcela: los módulos educativos se centran sensiblemente en el desarrollo lineal del límite hacia la plaza para liberar a sus lados y en los extremos los espacios destinados a los patios exteriores de juegos donde la propia geometría del solar dificultaba otros usos y refuerza la idea que los espacios destinados a los niños tienen siempre soleamiento directo.
En la parte interior de la parcela se sitúa una crujía destinada a las áreas no públicas de servicio, administración e instalaciones organizadas entorno a un patio que las dota de sus necesidades primarias de ventilación e iluminación. Entre ambas crujías, comunicándolas, se sitúa el espacio central verdadero organizador del edificio, espacio de circulaciones, espacio de juegos, espacio de usos múltiples que al mismo tiempo se comunica con los porches y patios de juego de forma directa.
Los módulos educativos, formados por un aula, un dormitorio, un taller y el baño, se organizan buscando la continuidad física y visual, excepto el dormitorio que se aísla, para garantizar la función requerida.
En una parcela con una gran profundidad frente a una única fachada, la propuesta se articula con mecanismos arquitectónicos de patios y lucernarios que garantizan al edifico de sus necesidades primarias de iluminación y ventilación.
Los lucernarios, como mecanismos captadores de luz directa, se solapan y crecen en altura según su disposición en la profundidad de la planta con la misión de aportar luz y al mismo tiempo mejorar el impacto visual de la medianera al quedar matizada por estos volúmenes. Y los patios, difusores de luz indirecta, reforzando la iluminación y generando ese ambiente íntimo en cada una de los módulos educativos.
El edificio presenta dos accesos, el principal, situado casi en el centro de la
fachada, es el único punto en el que la celosía permite el acceso al edificio
desde la plaza. Permitiendo acceder al porche y patios exterior de juegos
principal.
Constructivamente el proyecto se caracteriza por la utilización de elementos prefabricados de hormigón. Por un lado en los forjados nervados que permiten espacios de grandes luces, versátiles y de celeridad constructiva. Y por otro lado la celosía de la fachada, realizada también con hormigón y de forma prefabricada de hormigón que singulariza la edificación. Ésta, como mecanismo de protección de la escuela respecto a la plaza que sin aislarla, garantiza cuatro aspectos en los que el proyecto se interesa; un buen control de soleamiento, una mayor privacidad en un edificio de estas características situado en planta baja, garantizando una mejor presencia de este en el espacio público asumiendo y matizando el “caos” controlado propio de este tipo de edificios y por último hacer que junto al cierre de los patios exteriores construido de la misma forma de juego el edificio tenga mayor empaque en la condiciones del solar.
Situación_Plaza
Alfredo Floristán s/n| Pamplona | España
Arquitectos_Carlos Pereda y Óscar Pérez
Colaboradores _ Teresa Gridilla
Propiedad_ Ayuntamiento de Pamplona. Área de Proyectos Estratégicos
Fotógrafo_ Pedro Pegenaute
Arquitectos_Carlos Pereda y Óscar Pérez
Colaboradores _ Teresa Gridilla
Propiedad_ Ayuntamiento de Pamplona. Área de Proyectos Estratégicos
Fotógrafo_ Pedro Pegenaute
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